No se donde empieza, ni siquiera donde termina...
A la mitad de un encuentro simbólico; sus manos aparecieron sobre la mesa; el polvo cubría cada centímetro; la falta de color permanecia estática para dejar al intemperie la copulación del silencio y la nostalgia.
La luz era tenue, llevaba a la mano una veladora antigua, que apenas podía sostener, pues, sus manos eran cada vez víctimas del frío. Mientras su pecho desprendió muy lentamente el sabor dulce de la noche anterior , imprimía sus huellas en el aire dejando escrito la poesía de su anima.
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